Guillermo Rovirosa Albet nació en Vilanova i la Geltrú el 4 de agosto de 1897. Es el menor de tres hermanos de una familia acomodada. A los 9 años muere su padre, del que posteriormente recordaría su apología de la verdad, que es lo único que hace verdaderamente hombre, al hombre. Su madre quedó paralítica al poco tiempo de nacer Guillermo Rovirosa y murió cuando éste tenía 18 años. Era una mujer muy religiosa, con gran espíritu de ánimo y capacidad para contagiarlo. Va a la escuela a los 8 años y muestra su capacidad para la ciencia. Se hace ingeniero, publica varios libros relacionados con su profesión e inventa diversas cosas en distintos campos como es la juguetería, refrigeración, envejecimiento de vinos, proyector de cine etc.
Su rigor científico lo utiliza en su lucha contra la religión y el tinglado católico. En 1922 se casa con Caterina Canals, mujer abierta y muy religiosa. En mayo de 1929 ambos se van de España y se instalan a vivir en París. En su búsqueda de la verdad pasó por el ateísmo, espiritismo, teosofismo, creencias que iba abandonando conforme el rigor de su análisis lo dejaba al descubierto. Al final decidió confiar solo en la ciencia.
Un día pasaba por delante de la puerta de la parroquia de S. José y vio mucha gente agrupada, preguntó qué pasaba y le dijeron que el cardenal Verdier predicaba en su interior. Sintió curiosidad y pasó y oyó estas palabras: “de la misma manera que un oculista es aquel que conoce mejor los ojos, así el mejor cristianos es aquel que conoce mejor a Cristo”. Cae en la cuenta que él no conoce a Cristo y decide documentarse. Ahí empieza su conversión.
En otoño de 1.933 los Rovirosa se trasladan a Madrid. En navidad Guillermo Rovirosa hace su segunda comunión y el matrimonio hacen un pacto con Dios: dedicarse por entero al apostolado y dejar que Dios provea sus necesidades siempre que ellos vivan pobremente. Empieza a trabajar, compaginando éste con una intensa preparación espiritual e intelectual hasta julio de 1936 en que empieza la guerra civil. Sus compañeros lo eligen presidente del Comité obrero de empresa y el matrimonio instala una capilla clandestina en su casa donde se celebra la eucaristía diariamente. Ante el desastre de la guerra, hacen un segundo pacto con Dios: dedicar su apostolado a devolver a Cristo a los obreros. Pasa tras finalizar la guerra a la cárcel por haber presidido dicho Comité obrero y sale de ella en septiembre de 1940. Ingresa en la Acción católica. En mayo de 1946 los obispos acuerdan la Fundación de la Hermandad Obrera de Acción católica (HOAC) para la evangelización del mundo obrero encargando a Rovirosa la tarea de organizar y desarrollarla.
Deja el trabajo y se va a Monserrat donde dedica unos días a la oración, prepara la primeara semana nacional y al finalizarla se publica el ¡TÚ!, al que seguiría el Boletín de dirigentes. Es autor de múltiples publicaciones. Dedicó el resto de su vida a dar cursillos, charlas, cuadernos, artículos, en las revistas que publicaba la HOAC…, hasta que finalmente en 1955 es el propio episcopado, el que lo separa de los órganos de dirección de la HOAC, prohibiéndole que realice propaganda pública de la HOAC.
En 1957 un tren lo atropella destrozándole el pie izquierdo, que le es amputado. En esa etapa de invalidez da gracias a Dios escogiendo este lema para esa etapa de su vida, después de los 60 años cumplidos
“AHORA MÁS QUE NUNCA”.
Muere el 27 de febrero de 1964.